LOS NIÑOS HOMENAJEAN A JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
La
escritura es un trabajo, generalmente voluntario, pero que nos implica y nos
hace sacar de nuestro interior las vivencias pasadas, algunos sueños que están
por llegar, palabras que tenemos sin utilizar, el recuerdo de algún viaje o de
un libro que nos leyeron cuando éramos pequeños.
Escribir
historias, no es fácil. Lo fácil es imaginarlas, pensarlas, pero el hecho de
pararnos a escribir algo que aún nadie ha escrito, requiere su esfuerzo. Requiere
crear una estructura que permita ordenar las secuencias, requiere atención y
concentración para dar continuidad a la acción. Requiere echar mano de todo el vocabulario
que tenemos para poder expresar movimientos, sentimientos, y el estado de los protagonistas.
Y después de tenerlo todo dispuesto, hay que comenzar a
escribir, superando la pereza de tomar lápiz, bolígrafo, pluma u ordenador y comenzar las primeras frases.
Eso es lo que hacen los y las escritoras de novelas,
cuentos, ensayos etc. También es lo que han hecho nuestros invitados de esta
tarde como homenaje a Juan Ramón Jiménez, escritor que supo describir las costumbres del pueblo de Moguer, las particulares características y vivencias de algunos de sus personajes y los sentimientos que estas experiencias le producían.
Y todo ello lo supo hacer contándoselo a su burro, cuyo nombre, Platero, a fuerza de la dulce prosa de Juan Ramón forma parte de la cultura popular.
La escritura creativa permite imaginar cosas imposibles y hacerlas realidad en el texto.
Esto es lo que nos han traído esta tarde nuestros invitados:
-
Inma Blanco Núñez, maestra de Primaria
en el CEIP Joaquín Benjumea Burín de Espartinas.
1.
Jorge
Blanco Ortega
Alumno
de 6º curso en el Ceip Ntra Sra de Belén en Gines (Sevilla)
2.
Nicolás Ruiz Blanco,
Alumno
de 5º curso en el Ceip Cerro Alto de Espartinas (Sevilla)
3.
Alejandra Rey Hurtado
Alumna
de 4º del Ceip Joaquín Benjumea Burín
I. B. -"Creo que hay que estimularlos en la casa y en la escuela. En las casas muchas veces por falta de tiempo, no hay ese momento, pero en las escuelas tenemos que hacerlo. En mi centro tenemos actividades de animación a la lectura, y entre las actividades hemos hecho concursos de narraciones, concursos de cuentos, de poesías...
Hay juegos para estimular la escritura creativa en el alumnado, y es una actividad interesante tanto en casa como en el colegio".
EL BURRITO
RUFINO
por Alejandra Rey Hurtado
El burrito Rufino se
quedaba embobado mirando al parque de niños que se veía desde la triste finca
donde vivía. Escuchaba sus risas, sus juegos de piratas, de brujas, de
princesas, de monstruos…
¡Como le gustaría al
burrito Rufino poder correr con los niños y ser libre para poder gozar de la
vida!
Sin embargo, su
realidad era otra. Ese solo era un simple sueño.
Rufino era todavía muy pequeño, el más
pequeño de la finca. Allí vivían otros burros que trabajaban de sol a sol.
Gallinas todo el día poniendo huevos y las pobres vacas siempre dando leche. Nadie
tenía tiempo para disfrutar, nunca pasaba nada nuevo… excepto cuando Marie, la
nieta del dueño de la finca, venia de visita.
Cada domingo Marie
buscaba el momento oportuno para visitar al burrito y le contaba cuentos de
aventuras, de lugares lejanos de tesoros maravillosos y de amigos inseparables.
¡Cómo le hacía sonreír aquella niña tan
amorosa!
Se derretía con sus caricias y con la
dulzura de su mirada. Cuando ella se va Rufino rebuzna de tristeza.
Así pasaban los años y Rufino cada vez
tenía que trabajar más, le dolían sus patas, su espalda pero lo que más le dolía
era su corazón porque Marie llevaba mucho tiempo sin ir a verlo.
Un día el burrito se tumbó y no quería
levantarse. Estaba muy cansado y sin fuerzas. Entonces escuchó un susurro en su
orejota; era un susurro muy apreciado por él. Sintió el calor de una mano y un
olor muy familiar: ¡ERA MARIE!
Por fin había venido
a verlo. Pero no solo había venido verlo
sino a llevárselo con ella a un refugio de animales. ¡Por eso había tardado
tanto en volver!
Rufino estaba eufórico porque iba a poder
jugar con más animales y podría ¡JUGAR CON NIÑOS!
Ese era el gran sueño
de su vida.
Llevaba varios días en el refugio y era
consciente de la suerte que había tenido. Miraba a su alrededor y sonreía. Se
acabó lo de cargar alforjas y mirar la felicidad a distancia. Ahora las risas
de los niños estaban tan cerca de él que los sentía en su rostro.
En fin que era muy
feliz.
El
burro y el león
por Jorge Blanco Ortega
Un día en el campo, un león se coló en una granja en la
que había gallinas, pavos, cerdos, burros, etc.
El
león se fijo ante todo en el burro pensando “es el que más carne tiene, el menos astuto y el más tranquilo”
Cuando
el león entró con los burros, todos los burros se apartaron, todos menos uno
que le preguntó:
-¿Qué quieres?
-Comerte
El burro para salvar a
sus compañeros y a la granja se ofreció y el león se lo llevó.
Ya en la cueva, el león
le dijo:
-Aún no te comeré, te
dejaré para la cena.
Y
el león le encerró con un par de piedras en una parte de la cueva.
Mientras el león
cazaba, el burro pensaba:
-¿Que podré hacer para que no me coma?
Y
de repente… ¡clink! Al burro se le iluminó la mente, pensó que podría ofrecerle
al león limpiarle la cueva todos los días mientras el cazaba, y lo haría rápido
para que mientras el león estaba fuera poder prepararle una trampa.
Al anochecer el burro le dijo su propuesta al león y éste
la aceptó.
El
primer día el burro limpió la casa y rápidamente fue a por madera para una
hoguera y piedras para encenderla. Esa misma noche el burro le enseñó la
hoguera al león y éste le dio las gracias. El burro encendió la hoguera y
empujó al león hacia dentro de las llamas y se fue corriendo. El león salió con
la cara y el cuerpo quemado.
El
burro tuvo la suerte de encontrarse con la cueva de un oso super amable que le
escondió para que el león no le encontrara. El oso le contó que tenía muchos
amigos bastantes fuertes que le podrían ayudar: águilas, un rinoceronte, osos y
tigres.
Al
día siguiente por la mañana, el oso avisó a sus amigos y les pidió que le
ayudaran.
Sus amigos contestaron:
-
Los amigos de mis amigos son mis amigos.
-
¿Eso es un sí?
-
¡Claro!
Contestaron
todos a coro.
El
burro les dio las gracias y todos se fueron a vengarse Antes de todo cavaron un
agujero bastante profundo y fueron a por el león.
Ya allí el rinoceronte le dijo al león:
-No
abuses de los demás que todo tiene sus consecuencias.
El
rinoceronte lo dejó inconsciente y entre todos
lo llevaron al agujero para que no causara más daño.
Y el león aprendió que no puede juzgar a alguien sin
conocerlo.
1. La
aventura de Burrito
por Nicolás Ruiz Blanco
Erase una vez un burrito que no
tenía nombre pero soñaba con que algún día alguien le pusiera uno.
Un día el burrito decidió ir a buscar a alguien
que le pusiera un nombre, y el burrito, que había viajado por muchos lugares,
decidió empezar yendo a un pequeño pueblo.
Cuando llegó vio que a la gente le
asustaba. Decidió ir mirando carteles y ver si le gustaba alguno de los nombres
de bares o tiendas pero no ni eso todos como por ejemplo: Mc Donald o Roma
Kebab.
Entonces se fue a otro lugar en el que a
lo mejor oía o veía algún nombre que le gustara y fue a Andalucía, de camino
encontró a un perro callejero que le dijo que él no sabía ningún nombre
pero que también iría con él; y le
dijo: vale.
Entonces partieron los dos
hacia Andalucía. Una hora después de partir ya se
había hecho de noche. Después de dormir se pusieron en marcha, el burrito comió
un poco de pasto y el perro un poco de pan que alguien había tirado fuera
del coche. Después de desayunar vieron una gasolinera en la que la
gente paraba para repostar y comprar
patatas.
Al pasar de largo la gasolinera
vieron a una persona que al verlos se asustó. Luego se metieron mas
por el campo, al meterse vieron pasar muchos coches e incluso autobuses que
transportaban a gente.
Luego vieron un pastor que
llevaba a sus ovejas. El pastor tenía una perra, que conocía al perro que
acompañaba al burrito, y eran amigos. El
perrito le dijo a Burrito que su amiga se llamaba Manchas y que sabía ir a un
sitio en el que seguramente encontrarían un nombre que nos gustara a los dos o
por lo menos a uno de los dos.
Después de decirles esto, el pastor llamó
a Manchas y ésta se fue. Cuando Manchas llegó el pastor la acarició y volvieron
a emprender el camino al sitio donde resguardaban a las ovejas.
Después de meter a las ovejas, Manchas
volvió para decirles al burrito y al perro por donde podían ir a ese sitio. Pero al final lo que hizo fue
decirle que mañana al amanecer les enseñaría el camino, porque ya se
había hecho bastante tarde.
Cuando se despertaron, Manchas y el perro
discutían, el burrito les preguntó por qué discutían y ellos dijeron que discutían
porque Manchas había despertado al perro
demasiado temprano para la hora en la que se levantaba el siempre.
Cuando dejaron de discutir Manchas dijo
que si querían desayunar antes de salir.
El burrito accedió al igual que el perro.
Cuando desayunaron Manchas dijo: Cuando antes partamos, mejor.
El burrito dijo: - Vale
Pero al perro le costó un poco más decirlo, aunque al final dijo que sí.
Así que partieron hacia el próximo
destino que al final los alejaba de Andalucía.
Después de un rato andando Manchas dijo que no faltaba
mucho, y después de decir esto se dieron cuenta que el cielo estaba muy
nublado.
El burrito dijo a Manchas: - seguramente va
a llover de un momento a otro.
Ella no hizo caso así que al final se puso
a llover.
Manchas dijo: - Oye ¿por qué no me
avisaste de que iba a llover?
El burrito dijo: que le había avisado hace
bastante rato y Manchas le dijo que le
parecía muy raro que no lo hubiera escuchado, pero que daba igual que podían seguir
que ella ya estaba acostumbrada.
El burrito dijo: Vale.
Cuando dijo esto el perro hizo como una seña a Burrito para decir que él
quería parar.
Entonces dijo Burrito: - ¡eh Manchas! ¿Por qué no paramos un rato?
Manchas dijo: - Vale - y después de parar un rato Manchas dijo: - Venga,
vamos a seguir un rato.
El burrito dijo: - Vale - al igual que el perro.
Después de llevar un rato andando, ya se
veían las afueras del pueblo, que al parecer era bastante más grande que el
anterior.
Al entrar el burrito vio un cartel en el que ponía PLATERO y les dijo que ya tenía nombre, su nombre era PLATERO, y el perro
dijo:- Pues yo no sé cuál pero por ahora quiero llamarme BALO.
Y señores o animales aquí acaba la
aventura del burrito y el perro que ahora se llaman Platero y Balo.